“VACUNADOR HONORARIO”
El 30 de Noviembre de 1803, zarpó de la Coruña la Expedición Filantrópica que llevaba la vacuna de la viruela a Filipinas y al Continente Americano.
En España, Carlos IV sensibilizado por la enfermedad que había padecido una de sus hijas, fomentó la vacunación y organizó la salida de la Real Expedición, con el objetivo de vacunar a la población; instruir a los médicos locales en su manejo e inoculación y establecer Juntas de Vacuna, para llevar los registros correspondientes y conservar el virus activo, a través del tiempo.
El médico británico Edward Jenner, el 14 de mayo de 1796, realizó el experimento de inmunizar con linfa de viruela vacuna (Cow pox), con muy buenos resultados, incorporándose entonces, la “Vacunación”, (del Latín: vacca= vaca).
La introducción de la viruela, ignorada en América antes del descubrimiento y de la conquista, contribuyó al exterminio y al consecutivo despoblamiento de los pueblos autóctonos.
La Real Expedición de la Vacuna, fue dirigida por el Dr. Francisco Javier de Balmis, médico de la Corte, acompañado por el Dr. José Salvany, varias enfermeras, ayudantes y 22 niños que servían como agentes portadores, los que eran inoculados de brazo a brazo, durante el viaje para mantener la vacuna a salvo.
Todos aquellos expedicionarios que trajeron la vacuna al suelo americano tuvieron además del valor y la abnegación, un espíritu de providencia y solidaridad sobrehumanos. Verdaderos Apóstoles del Credo Jenneriano, nada tuvieron de aventureros, ni de conquistadores o encomenderos, ávidos de botín con ventajas o provecho propio. Vinieron a sembrar el germen de la inmunidad contra una plaga cruel, cargados de humanismo, sin pensar en los peligros ni en las adversidades, que les aguardaban.
Llegada la Expedición a América y ante la gran extensión del territorio a recorrer, se hicieron dos grupos: uno dirigido por Balmis, que atravesó México y llegó hasta Filipinas. El otro, fue encabezado por José Salvany, que tomó el curso del rio Magdalena y llegó a Santa Fe de Bogotó en Diciembre de 1804. Fue el tronco fundamental de difusión de la vacunación en Sudamérica.
El 5 de Julio de 1805, llegó a Montevideo un barco procedente de Brasil con dos negras con pústulas vacunales frescas. Enterado en Buenos Aires el Virrey Marques de Sobre Monte y consciente de la importancia, la hizo traer para la población de la capital y fundó el 30 de Julio de 1805, el primer Conservatorio de Vacuna, nombrando como Director al Canónico Dr. Saturnino Segurola
El 2 de Agosto de 1805, el Virrey, en una solemne ceremonia en el Fuerte Militar, con la presencia de las más altas autoridades, presenció la primera vacunación, asesorado por los Doctores García Valdez y Silvio Gaffarot. A continuación, el Virrey pronunció una alocución, dirigiéndose a los curas de las seis parroquias existentes y a los alcaldes de los barrios, para animar a la población a ser vacunada.
Saturnino Segurola, nació en Buenos Aires el 11 de Febrero de 1776. Realizó el Bachillerato en el Colegio de San Carlos, siguiendo cursos de gramática, lógica y filosofía. Ingresó al Seminario y en 1797, se consagró como Clérigo tonsurado. Para completar los estudios, se trasladó a Santiago de Chile, ingresando a la Real Universidad de San Felipe y se graduó de Doctor en Teología en 1798, a los 22 años, pero no pudo ordenarse como Presbítero, por su corta edad.
En 1799, el Dr. Segurola retornó a Buenos Aires y entró como Teniente cura en la Iglesia del Socorro, atendida por el Presbítero Ochagavia. Luego de rezar la Misa, atender el confesionario, bautizar a los niños, consolar a los pobres y a los enfermos, el Dr. Segurola se consagraba a leer; comprar libros y manuscritos; coleccionar piedras, huesos, insectos, pájaros y plantas. Fue un hombre de múltiples inquietudes, culto, estudioso, con un auténtico espíritu de investigador, que elaboraba sus propias interpretaciones y formulaba interesantes doctrinas. Un amante apasionado de los libros, propietario de una valiosa biblioteca privada. Se desempeñó como bibliotecario y luego Director de la “Biblioteca Pública de Buenos Aires”, fundada por su amigo Don Mariano Moreno en 1810.En el campo de la educación y la instrucción pública, Segurola cumplió una meritoria labor, desde su cargo de Inspector General de Escuelas en 1828 y Regente de la Casa de Niños Expósitos, desde 1817 a 1839. Cuando esta Casa fue clausurada en el gobierno de Rosas por razones de economía, Segurola se hizo cargo con su peculio de mantener y proteger a los niños allí alojados. También donó su casa para contribuir a la consolidación de la Catedral de Buenos Aires.
Pero la obra más relevante y significativa del Dr. Segurola, fue su dedicación y entrega total a luchar contra la viruela a través de la vacunación. En 1809 el Protomedicato solicitó al Gobierno, la creación del cargo rentado de “Comisionado General de la vacuna”. El Presbítero Dr. Segurola, se presentó ante el Cabildo con un Plan de vacunación y solicitó desempeñar el cargo “ad honorem”, comprometiéndose además a llevarla, al interior del país y al extranjero. Y así decía:
“Por este servicio ni pido ni pediré nada, solo deseo ser útil a la humanidad y a la Patria”. Durante 16 años, el Presbítero Segurola tuvo la pesada tarea de conservar y propagar la vacuna, además de luchar contra la ignorancia y la incomprensión de la gente, que pensaba que la vacuna aunque evitaba la viruela, acarreaba males más terribles que dicha enfermedad.
A la manera de Edward Jenner que vacunaba bajo la pérgola de su casa, Segurola lo hacía bajo la sombra de un magnífico pacará o timbó colorado, en su quinta de Caballito. Felizmente, el árbol fue salvado del hacha del progreso por Decreto N° 2232 de 1946 y aún ofrece la protección de su majestuoso porte, en una plazoleta, entre las calles Puán y Baldomero Fernández Moreno, del Parque Chacabuco.
La Real Sociedad jenneriana de Londres, lo distinguió con el título de “Vacunador Honorario” por su labor en América. También se le ha considerado que sin ser médico, fue un auténtico sanitarista, llamándole el primer “Higienista Argentino”
El Dr. Saturnino Segurola, falleció en Buenos Aires el 23 de Abril de 1854, habiendo escrito con su vida y obra, una verdadera página de historia científica y moral, en el país.
La Organización Mundial de la Salud, organizó en 1963, un plan global de erradicación de la Viruela. El éxito alcanzado, registró el último caso de viruela, el 26 de Octubre de 1977. La OMS, declaró la erradicación definitiva a fines del año 1979. Y nos sentimos totalmente liberados de la viruela, un flagelo de la humanidad durante varios siglos, gracias a la inmunidad de la vacuna y a todos los benefactores, como Balmis, Salvany y Segurola, que participaron en las beneméritas cruzadas.
Prof. Dra. Norma Acerbi Cremades
Bibliografía
-Acerbi Cremades, N-Dos siglos de la llegada a la Argentina de la Vacuna contra la Viruela,
1805-2005. Rev. Salud Pública,1. Vol. IX: 60-64. Junio 2005
-Iturrioz, J. Saturnino Segurola, Primer Higienista Argentino. 2° Congreso Nacional Historia
de la Medicina Argentina. Córdoba, Octubre 1970.
-Loudet, O. Médicos Argentinos. Editorial Huemul, Buenos Aires 1966
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