A
60 AÑOS DE LA MUERTE DEL PROF. PABLO LUIS MIRIZZI
Don
Juan Mirizzi y Doña María Agueda D’Abrile de Mirizzi, era conocido y valorado por
sus contemporáneos. Ambos progenitores era gente de trabajo que llevaba la responsabilidad
del hogar a sus espaldas.
Es
su Designación Catastral: 06.86.046.010.00000.0 D.V 4. En el Artículo 9° de su
Testamento, fechado, el 4 de Agosto de 1960, dice:
Una copia de la Escritura del Panteón, se le entregó a la Madre Superiora de las Hermanas del Carmen, para custodia y mantenimiento del Panteón. La mencionada Comunidad de Religiosas también prestaba servicio, por aquellos años en la Clínica Privada Mirizzi, en calle Santa Rosa 688.
Pablo Luis Mirizzi al redactar su Testamento, nos demuestra que pensando en la postrimería de su vida, dejando para la inmortalidad, su generosidad, su sencillez, la serenidad de su espíritu, sus obras, su ejemplo y su hombría de bien.
El
Artículo N° 16, del Testamento, dice lo siguiente:
“Mis restos mortales serán llevados sencillamente hasta el lado de los míos, en coche automóvil, sin ornamentos ni coronas, ni flores. No se pronunciará ningún elogio ni discursos. Vuelvo a repetirlo: ruego se tomen las providencias necesarias para que las cenizas de mis Padres y las mías, descansen en paz y que no se desplacen “.
Por la vida y sus obras, los hombres se vuelven inmortales, pero recordar sus últimos momentos terrenales, es a veces necesario para comprenderlos mejor.
El Prof. Pablo Luis Mirizzi, padecía una insuficiencia cardiaca que en 1959 estando en España, produjo los primeros síntomas. Fue atendido en esa circunstancia por sus amigos los Dres. Jimenez Días y Plácido Duarte. De regreso al país, mantuvo durante varios años, casi oculta su afección.
En Agosto de 1964, estando en su casa, sintiéndose enfermo, solicitó la presencia de sus discípulos más cercanos, los Dres. Julio Bialet Tizeira y José Nasello. Luego de ser medicado y sintiéndose mejor, les pidió que se retiraran. Sin embargo, en horas de la madrugada, el edema pulmonar se hizo presente y aunque rápidamente intentó una sangría terapéutica, falleció rápidamente frente a los acongojados y fieles servidores. Murió el 28 de Agosto de 1964.
Una
honda consternación se produjo en los círculos científicos, académicos y
culturales de Córdoba y de todo el país. Sus restos mortales fueron velados en
el hall de su Clínica Quirúrgica, donde centenares de personas, discípulos,
colegas, amigos, estudiantes, pacientes, dieron testimonio del pesar de su
desaparición.
Desde allí, el féretro fue trasladado a la Sala de Sesiones de la Universidad Nacional de Córdoba, en un sentido y cálido homenaje. Dicha Sala se abrió en forma excepcional para recibir y despedir a un dilecto Universitario, pronunciando un discurso el Prof. Carlos Aguirre, quién con sentida emoción recordó la pérdida de tan grande personalidad científica de Córdoba y de todo el país.
Los restos fueron trasladados luego a la Iglesia de Nuestra Sra. del Carmen, un templo por el que Mirizzi tenía especial predilección. Una Misa de cuerpo presente, dio la emotiva y mística despedida, para después llevarlo al Panteón familiar, junto a sus Padres, en el Cementerio San Jerónimo.
Hicieron entonces, uso de la palabra, el Dr. Mario Martínez Casas, por los amigos; el Dr. Carlos Sonzini Astudillo, por la Sociedad de Cirugía de Córdoba; el Dr. Santiago Sosa Gallardo, por el Instituto Drago de Cultura Americana; el R. Padre Antonio, de la Comunidad del Niño Jesús de Praga y el Dr. Ángel P. Cinelli, por los discípulos.
Se unió a los numerosos presentes, la muda congoja de las Religiosas de San Vicente de Paul del Hospital Nacional de Clínicas; Directores de Servicios; enfermeras y una pléyade de Profesionales y ex pacientes que expresaban su pesar.
Un año después del fallecimiento, el 25 de Agosto de 1965, la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, colocó en el Panteón una placa de recordación.
Sus discípulos, al cumplirse el 25° Aniversario de su muerte, el 28 de Agosto de 1989, concurrieron al Cementerio para rendirle un homenaje y colocaron en el Panteón, dos placas, una por parte de los Discípulos y otra por los Becarios en el Extranjero de la Fundación Pablo Luis Mirizzi.
Lamentablemente en la actualidad, las mencionadas tres placas de bronce han sido separadas del muro del Panteón, en un acto vandálico de robo.
Sin lugar a dudas que la figura, la trayectoria, la obra y la vida toda del Maestro Mirizzi, será siempre inmortal. Sus discípulos han sabido honrarle, porque supo inculcarles la energía de su dedicación, su talento y su férrea disciplina.
Todos reconocieron el temple de su espíritu y la fortaleza de su carácter, mantenidas hasta los últimos momentos de su vida.
Habiéndome desempeñado profesionalmente, en la Cátedra de Cirugía en la que el Prof. Pablo Luis Mirizzi, supo derramar todas sus virtudes, es muy cálido recordarle a los sesenta años de su desaparición terrenal, la que continuará sin duda presente en la memoria de los vivos que le admiraran siempre.
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