viernes, 9 de agosto de 2024

A 60 AÑOS DE LA MUERTE DEL PROF. PABLO LUIS MIRIZZI

 

            A 60 AÑOS DE LA MUERTE DEL PROF. PABLO LUIS MIRIZZI

             PANTEÓN FAMILIAR EN EL CEMENTERIO SAN JERÓNIMO

 


El cariño y el respeto que el Prof. Pablo Luis Mirizzi, profesaba a sus padres:

Don Juan Mirizzi y Doña María Agueda D’Abrile de Mirizzi, era conocido y valorado por sus contemporáneos. Ambos progenitores era  gente de trabajo que llevaba la responsabilidad del hogar a sus espaldas.

 Y Mirizzi, lo recuerda así:

 No tengo mérito propio por haber orientado mi vida en el trabajo y el estudio. He crecido viendo trabajar y por eso mismo, en estrecha posición económica y no me costó jamás violencia alguna, continuar con esa norma de vida. He creído que debía esperar siempre de la vida, aquello que fuera solo producto de mi propio trabajo y de mi propio esfuerzo. Creo que fue muy beneficioso para la salud moral y física,durante los años juveniles el tener solo en el bolsillo, las monedas necesarias para lo más apremiante de la vida”.

 En 1925 y con el objeto de construir un Panteón para dar una honrosa y perdurable sepultura a sus padres, adquirió un terreno en el Cementerio San Jerónimo, con ubicación; 15 calle Santa Teresa, casi esquina calle San Antonio.

Es su Designación Catastral: 06.86.046.010.00000.0 D.V 4. En el Artículo 9° de su Testamento, fechado, el 4 de Agosto de 1960, dice:

          “El Seguro de Vida de la Universidad Nacional de Córdoba, será destinado para cubrir en el futuro los impuestos y gastos requeridos por el Panteón del Cementerio San Jerónimo, en el cuál están los restos de mis Padres, con el piadoso propósito que éstos y mis despojos se queden en paz y no sean desplazados”.

Una copia de la Escritura del Panteón, se le entregó a la Madre Superiora de las Hermanas del Carmen, para custodia y mantenimiento del Panteón. La mencionada Comunidad de Religiosas también prestaba servicio, por aquellos años  en la Clínica Privada Mirizzi, en calle Santa Rosa 688.

Pablo Luis Mirizzi al redactar su Testamento, nos demuestra que pensando en la postrimería de su vida, dejando para la inmortalidad, su generosidad, su sencillez, la serenidad de su espíritu, sus obras, su ejemplo   y su hombría de bien.

El Artículo N° 16, del Testamento, dice lo siguiente:

            “Mis restos mortales serán llevados sencillamente hasta el lado de los míos, en coche automóvil, sin ornamentos ni coronas, ni flores. No se pronunciará ningún elogio ni discursos. Vuelvo  a repetirlo: ruego se tomen las providencias necesarias para que las cenizas de mis Padres y las mías, descansen en paz y que no se desplacen “.

Por la vida y sus obras, los hombres se vuelven inmortales, pero recordar sus últimos momentos terrenales, es a veces necesario para comprenderlos mejor.

El Prof. Pablo Luis Mirizzi, padecía  una insuficiencia cardiaca que en 1959 estando en España, produjo los primeros síntomas. Fue atendido en esa circunstancia por sus amigos los Dres. Jimenez Días y Plácido Duarte. De regreso al país, mantuvo durante varios años, casi oculta su afección.

En Agosto de 1964, estando en su casa, sintiéndose enfermo, solicitó la presencia de sus discípulos  más cercanos, los Dres. Julio Bialet Tizeira y José Nasello. Luego de ser medicado y sintiéndose mejor, les pidió que se retiraran. Sin embargo, en horas de la madrugada, el edema pulmonar se hizo presente y aunque rápidamente intentó una sangría terapéutica,  falleció  rápidamente  frente a los acongojados y  fieles servidores. Murió el 28 de Agosto de 1964.

Una honda consternación se produjo en los círculos científicos, académicos y culturales de Córdoba y de todo el país. Sus restos mortales fueron velados en el hall de su Clínica Quirúrgica, donde centenares de personas, discípulos, colegas, amigos, estudiantes, pacientes, dieron testimonio del pesar de su desaparición.

Desde allí, el féretro  fue trasladado a la Sala de Sesiones de la Universidad Nacional de Córdoba, en un sentido y cálido homenaje. Dicha Sala se abrió en forma excepcional para recibir y despedir a un dilecto Universitario, pronunciando un discurso el Prof. Carlos Aguirre, quién con sentida emoción recordó la pérdida de tan grande personalidad  científica de Córdoba y de  todo el país.

Los restos fueron trasladados luego  a la Iglesia de Nuestra Sra. del Carmen, un templo por el que Mirizzi tenía especial predilección. Una Misa de cuerpo presente, dio la emotiva y mística despedida, para después  llevarlo al Panteón familiar, junto a sus Padres, en el Cementerio San Jerónimo.

Hicieron entonces, uso de la palabra, el Dr. Mario Martínez Casas, por los amigos; el Dr. Carlos Sonzini Astudillo, por la Sociedad de Cirugía de Córdoba; el Dr. Santiago Sosa Gallardo, por el Instituto Drago  de Cultura Americana; el R. Padre Antonio, de la Comunidad del Niño Jesús de Praga y el Dr. Ángel P. Cinelli, por los discípulos.

Se unió a los numerosos presentes, la muda congoja de las Religiosas de San Vicente de Paul del Hospital Nacional de Clínicas; Directores de Servicios; enfermeras y una pléyade de Profesionales y ex pacientes que expresaban su pesar.

Un año después del fallecimiento, el 25 de Agosto de 1965, la Facultad de Ciencias Médicas de Córdoba, colocó en el Panteón una placa de recordación.

Sus discípulos, al cumplirse el 25° Aniversario de su muerte, el 28 de Agosto de 1989, concurrieron al Cementerio para rendirle  un homenaje y colocaron  en el Panteón, dos placas, una por parte de los Discípulos y otra por los Becarios en el Extranjero de la Fundación Pablo Luis Mirizzi.

Lamentablemente en la actualidad, las mencionadas  tres placas de bronce han sido separadas del muro del Panteón, en un acto vandálico de robo.

            Sin lugar a dudas que la figura, la trayectoria, la obra y la vida toda del Maestro Mirizzi, será siempre inmortal. Sus discípulos han sabido honrarle, porque supo inculcarles la energía de su dedicación, su talento y su férrea disciplina.

Todos reconocieron  el temple de su espíritu y la fortaleza de su carácter, mantenidas hasta los últimos momentos de su vida.

Habiéndome  desempeñado profesionalmente, en la Cátedra de Cirugía en la que el Prof. Pablo Luis Mirizzi, supo derramar todas sus virtudes, es  muy cálido  recordarle a los sesenta años de su desaparición terrenal, la que continuará sin duda  presente  en la memoria de los vivos que le admiraran siempre.


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