jueves, 8 de agosto de 2024

LEOPOLDO LUGONES, BIOGRAFO DE DOMINGO F SARMIENTO

Se ha dicho de Leopoldo Lugones  que “era la Fuerza de la Naturaleza”, por su talento deslumbrante, por su pasión avasalladora y por su caudalosa erudición.”.

En 1911, Leopoldo Lugones publicó el libro “Historia de Sarmiento”, y relata con prolija memoria los hechos que señalaron, la determinación vocacional de ser Biógráfo de  Sarmiento, al que reverenció como el Prócer que había asumido en plenitud la responsabilidad del país, considerándolo incluso, como un “perpetuo representante suyo”.

Sin duda que Lugones sintió a Sarmiento, desde la tierna infancia, cuando nos dice:

“En 1882, vivía con mis padres en el Ojo de Agua, un villorrio casi fronterizo entonces de Santiago del Estero. La escuela local, conservaba restos de una de aquellas Bibliotecas fundadas por Sarmiento, con los consabidos tomos de tela verde, con el dorado Escudo Argentino, sobre la cubierta. Cierto día, el maestro me ofreció uno de esos libros, “La Metamorfosis de los Insectos”. Aquella lectura fue la primera  luz en mi espíritu, la sugerencia de la honda fuente que venía a revelarme el amor de la Naturaleza, por medio de la contemplación científica”.

Y continúa diciendo:

“Yo se que ese libro ha constituido, la determinación profunda de mi vida intelectual

Como se puede intuir, la conciencia vocacional  del autodidacta  ambicioso, fue despertada por un texto de divulgación científica, cuyas enseñanzas  superó el conocimiento pragmático de la Naturaleza, propio del niño inquieto, que vivía en un pueblo pequeño, invadido generosamente  por el campo y sus costumbres..

En “Historia de Sarmiento”, Leopoldo Lugones, relata las etapas del desarrollo nacional, porque no podemos olvidar que Lugones era un Patriota, con un patriotismo angustiado por el hiato entre la Argentina que sueña y la que existe.

En el Capítulo de su libro correspondiente al “Retrato de Sarmiento”, revela una profunda compenetración psicológica entre el Biógrafo y el Personaje, demostrada en una magnífica prosa, describiendo a Sarmiento cuando dice:

         “Nadie lo recuerda ya, sino bajo aquel aspecto de peñasco rugoso en el que  habíanle anticipado carne de estatua,  con una especie de saña genial, los azares de su vida violenta.”.

         “Formaba parte de su entidad aquella fisonomía de combate, pronunciada por su tenacidad con fealdad de bronce. Sarmiento sereno es imponente. El reposo de su bloque de batallador, aviva el perfil severo.

 La categórica seguridad que forma su estática así como el aplomo de su cornamenta, recela una latente violencia de agresión. Una vivacidad  curiosa y múltiple  le electriza, trayéndole instantáneamente  las ideas a flor de piel, como el redopelo de un espinazo felino.. Tiene mucho de numen elemental de la tierra, especie de caber en su antiguo socavón minero; algo de monje fogoso y de viejo almirante sajón; no poco de labriego, rudo como la gleba familiar y rugoso como las cepas tutoras, a las cuales se vinculaba  de nombre y de calidad”

“Y así nos queda su catadura de transeúnte formidable, caminando a paso macizo las aceras; aquí y allá lanzada la malicia brusca del ojo que nada pierde; su mandíbula, removiendo de través el belfo, con un gesto peculiar  que trocaba sus palabras en acción; recios los brazos de cavador que el bastón prolongaba con vivacidad táctil  o con autoritaria interpelaciones a redoble de cantera; peculiar la gruesa oreja sorda bajo la galera prócer o el hongo de paja; anchamente encuadernado en el saco vulgar  o la levita suntuosa su agachada solidez de toro y la espalda potente, como apuntalando una mole habitual, cargada hacia la cerviz con una ímproba acumulación de lomo”

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“Nada más militar, más magistrado, más misionero, más orador, más abuelo, según los casos; pues claro es que la sencillez fundamental de toda grandeza llevábale a complacerse en ser buen viejo para compensarse de haber sido anciano sublime. Por aquellas arrugas terribles despeñaba con frecuencia su risa abundante, de formidable salud, optimista o despatarrada como un alacrán, la mueca de su malicia provinciana.”

         Sin duda que el libro de Leopoldo Lugones “Historia de Sarmiento”, fue escrito con el objetivo de una doble polaridad:

La primera, revelar hechos y momentos  históricos que no debieran olvidarse y la segunda, desarrollar en el lector las ideas y esa facultad humana por excelencia, es decir la facultad de pensar.


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