Un magnífico narrador, de brillante imaginación, muy vinculado a los círculos científicos e intelectuales de la provincia de Córdoba.
Los escritos del Dr. Roland, se caracterizaron por la refinada fluidez de las líneas y la novedad de las imágenes.
Víctor Alberto Roland, nació en San Francisco (provincia de Córdoba), el 20 de Abril de 1926. Estudió en su pueblo natal, en el Colegio Nacional San Martín. Se trasladó luego a Córdoba para ingresar a la Facultad de Ciencias Médicas, donde se graduó de Médico Cirujano.
Fue Practicante Menor y Mayor por Concurso, en el Hospital Nacional de Clínicas. Luego Médico Becario, por su excelente promedio de graduación; Jefe de Trabajos Prácticos; Jefe de Clínica y Docente Técnico Auxiliar.
En 1962, rindió y aprobó con Sobresaliente, la Tesis Doctoral titulada: “La Meningitis Tuberculosa. Actual estudio en una serie de 73 casos clínicos”, por la cual recibió el diploma de Doctor en Medicina y Cirugía. La mencionada Tesis, mereció también el Premio “Dr. José Manuel Álvarez”, al mejor trabajo de Higiene del año 1962. La distinción, le fue entregada el 29 de Diciembre de 1964, en un solemne acto académico, de manos del Prof. Dr. José Antonio Pérez.
El Dr. Víctor Roland, fue Médico Clínico de la Mutual del Docente, entre 1970-1985 y Médico Infectólogo del Servicio Médico de Fiat-Concord, desde 1970 a 1984. Pero, donde el Dr. Roland consagró todos sus esfuerzos y realizó una labor fecunda, como Infectólogo y como Catedrático, fue en la Sala 3 del Hospital Rawson, como Jefe de Servicio y luego como Profesor Adjunto Autorizado y Profesor Titular por Concurso. Después de su jubilación, la Facultad de Ciencias Médicas, en reconocimiento de su actuación profesional en 1990, le otorgó el Diploma de Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Córdoba.
Recordando su vena literaria, el 3 de Diciembre de 1962, con motivo del Día del Médico, publicó un magnífico escrito en la Voz del Interior, en homenaje a la memoria del Dr. Antonio Cetrángolo. Y allí decía, en cálidas palabras:
“Venía a las sierras para aprender a leer el alma del tuberculoso, como cuando estudiante pobre, enseñando a los niños para ganar su sustento, había aprendido a leer en el alma de la infancia”. Consideró a Cetrángolo y a su desempeño en Córdoba, como al benefactor generoso e insigne del género humano y como merecedor del título de “Príncipe de la Tisiología Argentina”.
Con motivo de los 50 años de trayectoria del Hospital Nacional de Clínicas, el Dr. Roland, redactó un meduloso artículo para La Voz del Interior, que se publicó el 6 de Junio de 1963, titulado: “Veinte años atrás”. Allí describe con emoción su inclinación por la Medicina; su llegada al Hospital; sus primeros prácticos en el Anfiteatro Anatómico y en los años progresivos, el encuentro con los grandes Maestros de la Medicina, los que calaron muy hondo en su corazón. Refiriéndose a los días de Guardia, decía: “con que vanidoso orgullo aceptábamos el prematuro “Doctor”, dicho por pacientes y enfermeros! Y también, a pesar de nuestra fingida sangre fría, cuanto padecimos con aquellos ojos que controlaban nuestro actuar”. Y finaliza diciendo:
“Hoy en el 50° Aniversario del Hospital Nacional de Clínicas, un fascinante impulso nos arrastró a reconstruir tantas escenas, haciéndonos sentir la extraña sensación de haber recuperado veinte años en la ronda de la vida”…
El Dr. Víctor Alberto Roland, publicó en 1983 el libro titulado: “Las Fuerza Invisibles”. Es una obra memoriosa, casi biográfica y plena de recuerdos.
Además numerosos trabajos científicos, discursos y conferencias. Escribió interesantes crónicas, relatos y ensayos, sobre temas variados, en el Suplemento de los domingos de La Voz del Interior. Y también muchos poemas con inspirados conceptos, en circunstancias especiales, dedicados a sus amigos o colaboradores.
Rodeado del cariño de sus discípulos, amigos y familiares, el Dr. Víctor Roland falleció en Córdoba, el 1 de Noviembre de 1993.
Semblanza biográfica, realizada por:
Prof. Consulto Dra. Norma Acerbi Cremades.
RESEÑA BIBLIOGRAFICA
Obra: “LAS FUERZAS INVISIBLES”
Autor: Víctor Alberto Roland
Editorial: Talleres Gráficos Bermúdez y Sbaffi. Córdoba, 1983
LAS FUERZAS INVISIBLES, es una obra de 262 páginas, casi una autobiografía, donde el autor con excelencia de léxico y una notable condición de narrador, va desgranando memorias en una tela traslúcida de sueños, desde la infancia hasta la vida profesional.
La obra está dividida en tres partes: la Primera, titulada “Antecedentes de la Enfermedad Actual”, consta de catorce apartados.
La Segunda parte: “Antecedentes Mórbidos próximos y remotos”, con veinte y dos apartados. La Tercera parte: “Diagnósticos Finales”.
Aparecen en el relato, dos personajes principales: Edgardo Viarold, médico, nacido en San Francisco, que ejerce tareas profesionales en el Hospital Rawson. Se trata de un caso de “doble personalidad” que con sus relatos cautiva al lector. El otro personaje es el Dr. Carlos Pereyra, psiquiatra y el encargado de encauzar aquellas vehementes evocaciones de su colega, el Dr. Viarold que, en ese su andar de “médico de barrio”, introduce relatos del hospital o el consultorio, con “modismos”, muy propios del cordobés, junto con anécdotas referidas con prosa chispeante y prudente.
Por otra parte, el autor revela su amor por la Historia de la Medicina, evocando a los grandes Maestros como Pedro Vella, Tomás de Villafañe Lastra, Jorge Orgáz, Alejandro Centeno, Pablo Luis Mirizzi, Ernesto Romagosa y otros. A todos los retorna a la vida y los hace interactuar en el momento histórico preciso, con el Dr. Viarold, utilizando reminiscencias e ilusiones que deforman la realidad por el engaño de los sentidos, pero que resultan siempre muy atractivas.
El libro “Las Fuerzas Invisibles”, del Dr. Víctor Alberto Roland, es ameno, divertido, aleccionador, verdaderamente atrapante para todo público y no necesariamente para profesionales de las Ciencias de la Salud, como podría sugerir esta apretada reseña bibliográfica.
Que bueno que hay personas que se dedican al bien comun,desde su tarea diaria con responsabilidad y vocación que le permite manifestar el amor a la vida por sobre todas las cosas.Ejemplo a seguir para nuestra sociedad.
ResponderBorrarEse es mi abuelo! Jajaja
ResponderBorrar